Las relaciones entre las tecnologías digitales y las formas de gobierno
ya tienen una larga historia.
Las promesas, búsquedas y reivindicaciones de mejores formas de gobierno
estuvieron presentes desde los inicios de la digitalización. Desde la
informatización de las administraciones públicas hasta los más sofisticados
proyectos de gobierno electrónico
(Berners Lee, 2000; Castells, 2001; 2009). En la actualidad, esta pretensión de
construir mejores gobiernos y una fuerte ciudadanía digital todavía sigue en
pie. Tal vez con más deudas y exigencias, pero también con algo más de vigor.